16.10.2022
Siete coches míticos de la década de los ‘60

La década de los sesenta nos dejó un legado histórico del automóvil increíble, con joyas que, a día de hoy, los coleccionistas son capaces de pujar cantidades estratosféricas —en 2018, un Ferrari 250 GTO de 1962 se vendió en una subasta de Sotherby’s por 44 millones de euros—.
Ya hemos mencionado en anteriores entregas de esta serie que la industria automotriz es una de las más competitivas y de las que más avanzan en todos los aspectos: tecnológico, de ingeniería, diseño o comodidad. Y aunque por aquellas fechas los coches llevaban siendo una realidad desde hacía 60 años, todavía se podían dar saltos cualitativos considerables entre década y década.
La Segunda Guerra Mundial había quedado atrás, los jóvenes que nacieron entonces ya comenzaban a tener acceso a vehículos propios, que eran mucho más asequibles, Europa se había reconstruido industrialmente y aún no había llegado la crisis del petróleo.
Esta década, además, asentó la hegemonía estadounidense sobre el mundo occidental, ya fuera con las exportaciones culturales de cine y música, o en la industria del motor, con la introducción de algo tan reconocible como el muscle car o el arrebato de la victoria a Ferrari en las prestigiosas 24 Horas de Le Mans.
Es difícil compilar una lista de los coches más míticos de los años ‘60, pero estos son siete de nuestros favoritos:
Ferrari 250 GTO
Si había un constructor que estaba en la cresta de la ola a principios de los ‘60, era Ferrari. La marca del cavallino rampante se había consolidado como el epítome del lujo y las prestaciones, con diseños elegantes y la capacidad de dominar a cualquier otro conductor, ya fuera en la pista o en la carretera.
El 250 GTO contaba con un motor V12 —durante muchos años, una de las señas de identidad de Ferrari— de 3.0 litros capaz de producir 300 caballos. Pero esto no era gratis: el 250 GTO costaba el doble que un Corvette, al que se comía en los circuitos. Aunque los modelos de la marca italiana nunca se han vendido en grandes volúmenes, del 250 GTO quedan muy pocas unidades —lamentablemente, también fue protagonista de muchos accidentes—, lo cual solo aumenta su valor y explica los precios que alcanza en las subasta.
Chevrolet Corvette Sting Ray
En EEUU, el final de los ‘50 estuvo marcado por enormes moles de acero y cromo, con poderosos motores no para ir rápido, sino para mover todo ese peso. Sin embargo, el trabajo del ingeniero Zora Arkus-Duntov y el jefe de Diseño de General Motors, Bill Mitchell demostró que las altas prestaciones no estaban limitadas a aquellos que pudieran pagar los precios de Ferrari, Mercedes-Benz o Jaguar.
En 1963 nació la segunda generación del Corvette, cuya versión más potente se llamó Sting Ray (el apellido que llevan todos desde entonces). Ésta contaba con tracción trasera y un motor V8 de 360 caballos. Pero la principal innovación es que se enfocó en reducir el peso y eliminar el cromo que había estado tan presente hasta la fecha.
El resultado fue que Chevrolet daría con la fórmula del coche deportivo americano: potente y asequible, una receta que ha seguido desarrollando a lo largo de los años con cada generación. Sí, es cierto que entonces Ferrari lo hacía mejor —ese argumento será defendido incluso en 2021—, pero con el paso del tiempo, las diferencias son cada vez menores.
Jaguar XK-E
Definido por Enzo Ferrari como “el coche más hermoso del mundo”, el E-Type de Jaguar es un monumento al diseño automotriz adelantado a su época. Las líneas fruto del ingeniero de aerodinámica de la marca inglesa, Malcolm Sayer, usaron la tecnología que ganó las 24 Horas de Le Mans, con el D-type, para dotarlo de su corazón mecánico y sus altas prestaciones.
De hecho, el motor es una de los puntos fuertes de este cotizado modelo: el trabajo de William Heynes resultó en un propulsor de seis cilindros, válvulas dobles y 3.8 litros que otras marcas imitarían con éxito e introducirían en sus propios modelos. Jaguar se dio cuenta de que habían dado con una combinación de elementos ganadora y lo introdujeron en variantes coupé y descapotable. Hoy en día, supera los 300.000 euros en las subastas con facilidad.
Austin Mini
Otra marca inglesa en nuestra lista, el Mini es una de las siluetas más reconocibles de la historia por muchos motivos. Uno de ellos es que estuvo casi 40 años ininterrumpidos en producción —con diferentes fabricantes bajo licencia—. Pero su popularidad no solo radica en su precio contenido, sino que su presencia en cine clásico (The Italian Job), su diseño memorable y su buen rendimiento en el mundo de la competición también jugaron un papel instrumental.
Ganador del Rally de Monte Carlo en 1964, 1965 y 1967 —en 1966, las tres primeras posiciones también fueron de Mini, pero les descalificaron por no tener unos faros homologados para la competición—, el Mini fue un fenómeno cultural de que, curiosamente, los SUV de hoy en día han tomado mucho ejemplo en términos de construcción.
Esto se debe a su arquitectura unibody: en la que la carrocería es el chasis, un elemento que es altamente deseado para los todoterrenos, ya que presenta más rigidez estructural, lo que le permite un mejor desempeño en situaciones fuera del asfalto. Hoy, el Mini no es tan cotizado como algunos de los otros coches de esta lista, pero su importancia no puede ser más destacada.
Lamborghini Miura
¿Qué tienen en común el pequeño Mini con el que se convertiría en el coche de producción más rápido del mundo? Más de lo que podría parecer en un principio, en concreto su construcción mecánica. El motor del Lamborghini Miura se instaló transversalmente con el cambio de marchas en la parte inferior, del mismo modo que en el subcompacto inglés. Esto le permitió tener una batalla reducida, lo cual le brindó un comportamiento atlético similar a su estética.
Y es que, incluso aparcado, el Miura es una demostración de fuerza y agilidad. Más que definir a la marca —que lo hizo—, también introdujo un concepto que sería clave para los superdeportivos a partir de ese momento: diseños atrevidos, motor situado detrás de dos plazas, interior lujoso y mucha potencia. Su V12 de 345 caballos era capaz de impulsarlo a los 300 kilómetros por hora.
Ford Mustang
El Mustang fue un home-run para Ford desde que se introdujo en 1964. Un diseño deportivo con la practicidad de cuatro asientos y un precio razonable de 2.400 dólares —21.000 en términos actuales, contando con la inflación— supuso que los compradores quisieran hacerse con uno. Sin importar si se trataba de una familia o un conductor soltero: tener un Mustang era algo especial.
De los que más se vendieron fueron las versiones con los motores de seis cilindros que provenían de otros modelos de Ford, como el Falcon. Sin embargo, existía un potente V8 de 4.7 litros que lo convertía en un coche al que aspirar. Además, el óvalo azul introdujo una amplia lista de extras a través de la cual todos los clientes podían configurar sus coches al detalle, un elemento que sería imitado por otros fabricantes.
Pero no solo eso se imitó. Uno de los grandes rivales de Ford en Detroit, General Motors, se dio cuenta del frenesí por los muscle cars e introdujo al mercado, dos años después al Chevrolet Camaro. A día de hoy, el enfrentamiento entre los dos titanes estadounidenses sigue teniendo facciones de defensores acérrimos, pero el origen pertenece, innegablemente, al Mustang.
Ford GT40
Hablar de coches legendarios de los años ‘60 y no mencionar el GT40 sería un error por parte de cualquier editor. El Ford GT40 fue un proyecto al que el propio Henry Ford II dio luz verde para hacerse con el primer título norteamericano en las 24 Horas de Le Mans, después de que Ferrari ganase seis veces consecutivas, desde 1960 a 1965.
En resumen: lo consiguieron. El GT40 ganó cuatro años seguidos a partir de 1966. Esta hazaña se ha inmortalizado varias veces en la gran pantalla. En 1970 Steve McQueen estrenaría Las 24 Horas de Le Mans, y más recientemente, se publicó Ford vs. Ferrari en 2019, en la que Christian Bale interpreta al conductor de carreras Ken Miles, que participó en el desarrollo del coche y quedó injustamente en segundo lugar en la carrera francesa.
Solo se produjeron 107 unidades del GT40 original, y la mayoría de ellas destinada a la competición y a prototipos de ingeniería. Recientemente, se subastó el que había pertenecido a McQueen y que apareció en su película, por 11 millones de euros. Su motor V8, instalado de forma longitudinal, entrega 440 CV, que le permiten alcanzar rápidamente una velocidad máximas de 320 kilómetros por hora.
Estos son algunos de nuestros coches legendarios de los años ‘60 favoritos. Será imposible que los encuentres en heycar, porque en nuestro portal están limitados a ocho años de edad, pero muchos de los que sí podrás encontrar tienen cosas que estos no, como sistemas multimedia, aire acondicionado o conexiones bluetooth. En cualquier caso, ¿crees que nos hemos dejado alguno importante en el tintero?