05.09.2021

Seis coches míticos de la década de los ‘30

Coches de la decada de los 30

La década de los años ‘30 estuvo marcada, en la automoción, por una dualidad fruto de la Gran Recesión, la crisis financiera más grande hasta la fecha, en la que todo el mundo se vio sumido en momentos difíciles —por decirlo eufemísticamente—, que desembocaron en cambios políticos de gran calado en las sociedades occidentales. 

En EEUU, se generaron éxodos rurales de las regiones agrícolas del Mid-West hacia las más urbanas California y Nueva York —como retrató John Steinbeck en sus novelas Las uvas de la ira De ratones y hombres—, dando pie al inicio de las políticas sociales de Franklin Roosevelt en el país, como el New Deal.

En Europa, España estaba sumida en la Guerra Civil —poniendo el fin a la fábrica de automóviles de lujo Hispano-Suiza, y en Alemania e Italia, los gobiernos fascistas de Hitler y Mussolini se harían con el poder, llevando el Viejo Continente a la Segunda Guerra Mundial, apenas dos décadas después de que terminara la primera.

Mecánicamente, los automóviles se alejaron del énfasis puesto en el diseño, que había caracterizado a los años ‘20, y comenzaron a aparecer mejoras a la calidad de conducción, con muchos avances que se consolidarían en la industria y se convertirían en elementos básicos en las décadas venideras.

Algunos ejemplos de estas son maleteros incorporados, cristal de seguridad para los parabrisas, transmisiones sincrónicas (mucho más fluidas que las anteriores), frenos hidráulicos a las cuatro ruedas, suspensión independiente, limpiaparabrisas o neumáticos de baja presión —los usados previamente tenían la peligrosa tendencia de reventar—. 

En cuanto a diseño, las líneas de los coches se suavizaron considerablemente, se integraron los faros en el chasis y se retrasaron los radiadores, dotándolos de un carácter más fluido y deportivo. También cabe destacar que, debido a la crisis económica, en este periodo nace la idea de “democratizar la automoción”, ofreciendo coches asequibles.

Por otra parte, la industria del lujo siguió fabricando automóviles con precios desorbitados para los afortunados que mantuvieron su poder adquisitivo. Es fácil olvidar que muchos de estos coches clásicos fueron producidos hace casi un siglo, pero, en gran medida, la industria que tenemos hoy en día es una herencia directa de las lecciones aprendidas en esa década.

Volkswagen KDF-Wagen

Es imposible hacer una lista de automóviles legendarios de los años ‘30 sin mencionar el nacimiento de lo que en 2020 sería el conglomerado más grande de la automoción, Volkswagen. Fundada por Adolf Hitler en 1937 tras detallar un plan para hacer a la industria alemana del auto más competitiva ante Francia e Inglaterra —que dominaban entonces el mercado europeo—, el ingeniero responsable de llevar a cabo el diseño del “vehículo del pueblo” fue Ferdinand Porsche.

Porsche eligió un coche compacto barato de producir, con un motor refrigerado por aire en la parte trasera y tracción a ese eje, creando así las bases para dos de los vehículos más legendarios de la historia de la automoción, el Volkswagen “Escarabajo” y el Porsche 911 (que su hijo produciría tras la Segunda Guerra Mundial).

“Escarabajo” es uno de los nombres afectivos que recibió este modelo, pero en Alemania todos se referían a él exclusivamente como Volkswagen. El KDF del significa Kraft durch Freude (fuerza a través de la alegría), que era la organización nazi responsable de la estructuración del tiempo libre de la población. 

Aunque la fábrica fue creada en 1937 y se produjeron algunas unidades, la Segunda Guerra Mundial abarcó todos los esfuerzos industriales en la producción militar y los compradores alemanes no recibieron sus vehículos. Una vez finalizada la guerra, se encarceló a Ferdinand Porsche e Inglaterra controló la fábrica, produciendo en serie el coche con más longevidad de la historia de la automoción, desde 1938 hasta 2003.

Cadillac V-16

Grande y lujoso, esa siempre ha sido la filosofía de Cadillac. Al arrancar la década de los ‘30, lanzaron el enorme V-16, cuyo nombre provenía de su impresionante motor, al nivel de los Rolls-Royce importados de Inglaterra. 

A comienzos de los años ‘30, aceleraron la producción de estos vehículos de dos unidades al día a 22 por jornada, haciendo que el total anual superase rápidamente los 2.000. Sin embargo, el mercado del lujo fue de los más afectados por la Gran Depresión y en 1935, solo se fabricaron 50 V-16. 

Entonces comenzaron los problemas para la marca estadounidense, que estaba perdiendo tanto dinero que los directivos se plantearon eliminarla o mantener únicamente el nombre (sin fabricar) para esperar a años mejores. 

Sin embargo, Nick Dreystadt presentó un plan para volver a hacerla rentable en 18 meses, con o sin recesión. Este se basó, tras observar sus concesionarios a lo largo del país, en negarse a vender vehículos a personas afroamericanas. El racismo funcionó, la marca volvió a generar ingresos y Dreystadt se convirtió en presidente de Chrysler en 1946. 

Fiat 500

Otro vehículo que debe sus orígenes a la ambición de un Gobierno fascista de presentar un automóvil asequible para su población es el Fiat 500, precursor también de otra saga de coches legendarios en Europa (y recientemente resucitado en una versión contemporánea). 

Llamado afectivamente Topolino (ratoncito), contaba con un frugal motor de 569 cc que consumía seis litros de gasolina cada 100 km, y capacidad para dos personas y equipaje. El 500 fue un éxito rotundo de ventas y se generaron diferentes versiones, con cuatro plazas o descapotables. 

Esta serie se dejó de fabricar en 1955 para dar paso al Fiat 600 —que se produciría bajo licencia en España como el Seat 600— y, para entonces, ya se habían construido 519.600 Topolinos. 

Citroën 7A Traction Avant

El Citroën 7A marcó varios hitos que asentarían las bases para el mercado de automoción internacional. Dos de los más importantes fueron la estructura autoportante, en la que chasis y carrocería son una unidad inseparable —mejorando la rigidez del coche, la estabilidad, la reducción del peso y facilitando la fabricación—; y el otro siendo la tracción delantera, que se convertiría rápidamente en la forma de construcción favorita para las marcas generalistas, al ser más simple mecánicamente y permitir más espacio en el habitáculo. 

El problema con la innovación es que supuso altos costes de desarrollo de este modelo, y estos avances técnicos supusieron la ruino de André Citroën, que cerró la fábrica en 1935. 

Mercedes-Benz 540K

El exponente de lo mejor que tenía que ofrecer la marca de la estrella, el 540K se presentó en el Salón del Automóvil de Berlín en 1934. Con un impresionante motor de 180 CV y derrochando estilo, se convirtió en uno de los favoritos de los líderes mundiales, y, por supuesto, del propio Adolf Hitler. 

Esta época dorada de Mercedes se caracterizó por contar con varios récords de velocidad rotos, entre los cuales destacó el de 1938, cuando alcanzaron 437 km/h. Los años ‘30, para los alemanes, fueron una década de innovación y altas prestaciones en los que dominaban las carreras. 

Ford V8

Considerado por muchos aficionados como el mejor coche americano de la preguerra, el Ford V8 en realidad es una familia de vehículos que engloba a diferentes modelos, pero todos tienen en común la misma plataforma y el mismo motor de ocho cilindros en V.

El primero de esta gama fue el modelo 18, introducido en 1932, que contaba con un motor Flathead de 3.6 litros y 65 CV de potencia. Posteriormente, estos modelos se irían actualizando prácticamente año a año, con el 40 en 1933, el 48 en 1935 —del que se vendieron 820.000 unidades cuando finalizó su producción— y del modelo 1937 en su año homónimo, con un precio de 850 dólares por unidad.

Todos estos coches tienen, como mínimo 90 años de edad, por lo que es imposible que los encuentres en heycar —en nuestro portal, tienen un límite de ocho años y una garantía de 150.000 km—. Sin embargo, los que podrás elegir entre nuestra oferta deben mucho a los pioneros de los años ‘30 y, sin ellos, posiblemente serían muy diferentes.

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